Una de las mayores rivalidades del mundo a nivel intelectual se ha producido en Death Note. El anime japonés sorprende no sólo por su argumento, sino también por la particularidad de sus protagonistas. La disputa entre Light Yagami y “L” marcó un antes y un después en la serie y hoy es el día de conocer mejor al detective que intentó desenmascarar a Kira.
Su aspecto puede impresionar en un primer momento pero L. Lawliet no es más que un joven de 25 años que aparenta tener 18 con un coeficiente intelectual equiparado al de un superdotado. Su extraordinaria inteligencia le permitieron llegar prematuramente a ser el mejor detective del mundo tras resolver casos que la élite de la policía japonesa nunca fue capaz de abordar.
Su fama le obligó a ocultarse tras un pseudónimo “L” y a borrar su identidad de cualquier registro civil para no poner en riesgo su integridad física. Una estrategia que le salvó durante 27 capítulos de ser asesinado por Kira con el Cuaderno de Muerte. Un superdotado de lo más introvertido, que apenas guardaba relación con los jefes de policía que requerían sus servicios y con Watari, su mayordomo y mano derecha. El resto de relaciones interpersonales las reservaba para un trato cordial y profesional sin dar paso a algó más allá como podría ser una amistad.
Esto responde a su falta de empatía y su frío carácter a la hora de tomar decisiones que a más de uno le temblaría el pulso. Una mente casi impersonal que antepone el bien general al particular, donde el fin justifica los medios. Dentro de la personalidad de “L” también podemos destacar varios comportamientos particulares como estar constantemente sentado con las rodillas en el pecho y algún dedo siempre metido en la boca. Muestra ojeras como consecuencia de su falta de descanso, ya que Lawliet no duerme, sólo toma café.
Otra de sus peculiaridades es la de alimentarse casi constantemente de pasteles y tartas, ya que él justifica su alimentación en base a la necesidad nutricional de su cerebro, el azúcar.
A nivel estético tampoco pasa desapercibido. Con una camiseta blanca dos tallas superior a la que le correspondería y unos pantalones vaqueros que nunca se cambia. Además, su blanquecina piel y su despeinado cabello son la mejor prueba de que a “L” no le importa demasiado el mundo exterior.
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