El romance de Woody y Bo Peep

Fue uno de los principales focos de atención en la cuarta entrega de la saga animada de Toy Story.

El amor es un elemento que nunca falta en el mundo cinematográfico, ya sea en las series, en las películas o en los animes, siempre está y estará presente. En algunas producciones es una forma de “rellenar” y en otras es el foco principal y/o complementario. Eso último es justo lo que sucede en la cuarta y última entrega de la entretenida saga de Toy Story. El fenómeno animado de juguetes de Pixar nos mostró un romance entre el vaquero Woody y la pastorcita, Bo Peep.

Un amor que se remonta a películas anteriores, donde ya se olía esa tensión entre ambos cuando cruzaron sus caminos por primera vez. Nadie puede olvidar esos ojitos de amor que puso Woody cuando nuestra simpática amiga le cameló con su bastón al cuello y la mano sobre su pecho mientras le miraba con esos ojitos azules. Un amor que surge tras la ausencia de la propia Bo Peep en la tercera entrega y que volvía para robarle su corazón al Sheriff. De hecho, el creador de estas maravillosas entregas, John Lasseter, afirmaba en una entrevista previa al estreno que "no hacemos cosas solo para ganar dinero", dejando claro que su intención era crear impresiones de esa intensidad. Y qué razón llevó el director estadounidense.

Lo que nos queda claro es que Toy Story no sólo nos ha hecho reír, sino que nos ha transmitido valores, nos ha enseñado qué es lo verdaderamente importante y que no todo es exactamente lo que vemos, sino que cada persona tiene una razón de ser y de actuar en ciertos momentos y circunstancias. Y, sobre todo, nos ha enseñado a amar, a saber querer y saber decir que queremos, algo que no es tan fácil como parece.

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